Mi flecha apuntó hacia el norte,
yo estaba en el sur. En las veredas arboladas,
entre tilos y naranjos bajo la lluvia.
Yo estaba en el sur. Mi flecha apuntó hacia el origen,
hacia el nacimiento.
Mi flecha fue hacia la niña de trenzas y moños cuadrillé,
y también hacia la mesa de la mujer sola, mesa de café y membrillo,
hacia un jardín con un árbol que parecía no crecer,
pero que ahora crece.
Yo estaba en el sur, propiamente sur.
No traje a mis muertos, ellos aguardan,
uno, bajo la sombra de un paraíso,
otro, en un ataúdo donde yo le dibujé corazones.
Entonces mi flecha apuntó hacia el norte, y en mi puerta aguardo
un perfume de hombre fresco,
de hombre ideal, como quien dice.
Aguardo unos ojos de canela, mas lindos que la mañana,
mas vivos que enero,
mas profundos que un pozo de agua.
Yo estaba en el sur,
mi flecha ahora no se detiene.