Creo que te perdí.
Tracé mapas equivocados,
y extravié tu geografía de hombre solitario.
Cada península por la que soñé alguna vez,
sobrevolar, acabó su destino de páramo desértico
cuando dejaron de aparecer tus ojos
en mis días de invierno.
Te perdí.
Entre tanta ruta, tanto itinerario incierto,
hallé una colina donde crecía tu risa,
como manzano en la lluvia,
y resulta que ahora salió el sol.
No distingo el árbol,
y tu voz es apenas un viento del sur.
Te perdí una noche, vos sabés qué noche.
Atrincheraste todos los caminos,
borraste las escalas, los paralelos y meridianos,
me dejaste sin puntos cardinales,
paria, en una tierra sin milagros.
Perdí la luz de tu cintura,
el lunar de tu mentón,
tu pelo de tormenta, el faro de tus ojos,
perdí la lluvia sobre el manzano.