Extraño tu condición de manzano
Te extraño. Extraño tu condición de árbol.
Un manzano dando frutos en mitad de la noche.
Y yo debajo del árbol, esperando el alimento,
tus ramas cayendo sobre mi tristeza,
colmando mi casa, mi cuerpo, de luz, de poesía.
Te extraño, extraño tu condición de pájaro,
tus alas negras las adivinaba yo en la puerta de calle,
y dormía debajo de ellas un sueño de durazno y algodón.
Te extraño. Extraño tu condición de pez,
explorando los barcos hundidos,
rozando los corales con la luz del amanecer.
La luna no toca tus ojos de agua.
Te extraño semilla, sol, alfarero, cincel,
estrella, lágrima, tibieza,
corazón derramado sobre mis mañanas,
sin horarios,
cuenco de amor para verter mis dolores y mi llanto.
Te extraño en tu condición de chamán,
niño sabio, generoso, vientre de azúcar,
espalda de barco, para tomarse de ella
y dormir protegida de las pesadillas.
Te extraño, busco en tus ojos el beso de noviembre,
pero en tu iris de viento borraron los pretéritos.