20 de diciembre de 2009

El fabricante de calidoscopios


Gastón fabrica calidoscopios,
Los ofrece lejos, en lugares desérticos,
donde hace falta un poco de ilusión.
El frío empaña sus ojos de luna,
pero él lleva fragmentos de arco iris en las pupilas.
Sé que lo protegen.
En cada uno de los colores, puse un deseo:
que las estrellas alivien las distancias en su corazón,
los ríos de la montaña, calmen su sed,
de hombre solitario,
y le llegue mi voz en la mitad de sus noches,
mis besos, cubriendo su cuello,
agonizando en su boca.
Sus calidoscopios llevan hechizos
de ciruelos en flor.
Al mirarlos, despliegan todo su caudal de fantasía.
Sé que Gastón escribe mi nombre en el barro, al amanecer,
lo sé, porque mi cuerpo es ave hacia su nido.
Cuando anochece, el cerro de los dragones es azul,
y en mis espejos mágicos,
puedo ver su casa en la sombra.
Amo su sonrisa a media luz,
sus piernas largas de tijeras filosas,
su barba oscura y sus lunares.
Puedo ver en los espejos la maravilla.

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