Acá estoy, mirame,
desnuda y dormida en la madrugada,
tengo en la frente una flor que va abriéndose,
descubrime porque la savia me inunda
y me despierto.
Te quiero, intercambiemos destellos,
que si me apago, estaré habitando en tu paladar.
Mostrame vos también las estrellas,
pintame vestidos con los que pueda
parecerme a la noche,
emigrada de la falsa purpurina,
de las nubes plomizas del llanto.
Pintame verde mar y explorame,
rezumante de hipocampos,
haceme pequeña
y meteme en el cofre oscurito
de tu amanecer.
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